Algunos cuentos
“Cultura a la
fuerza”
En
Ferreira, un buen y sin razón aparente,sus habitantes rechazaron realizar o
participar de actividad cultural alguna, no asistían a las clases de lengua o
música en los colegios; tampoco visitaban los
museos del pueblo.Los mismos artistas rechazaban el dinero para desarrollar su arte. Cuando se
presentaba alguna obra de arte, acudían grupos de violentos a escupir y arrojar
cosas al escenario en el momento en que las obras se representaban...
Esta
situación llamó la atención de las autoridades, quienes decidieron ir encarando
diferentes acciones para solucionar esta cuestión:
Comenzaron
con organizar pequeños eventos culturales con premios para los participantes, jornadas de lecturas escolares, aperturas de
nuevas bibliotecas, representaciones teatrales en las calles, pero siempre se
lograba sólo seguir expulsando a los ciudadanos a otros pueblos.
Hasta que se decidió usar la fuerza para
imponer la cultura (no desde el punto de vista antropológico como los que dicen
que jugar al fútboles un arte, sino, algo más complejo)...
Se
impulsó el gusto por las diferentes artes cueste lo que cueste y guste o no a los ciudadanos:
Algunos
ejemplos de esta revolucionaria medida:
-
A los conductores de autos y motos, en cada esquina se los
obligaba a detenerse, bajarse de sus transportes y leer textos de poetas
conocidos, si no lo hacían, se les secuestraba el transporte.El pago para
retirar su auto o moto consistía en memorizarse algún poema y decirlo con
entonación correcta ante el comisario de quien dependía la aprobación y
devolución del transporte.
-
En medio de cumpleaños en clubes o al aire libre, se suspendía
el baile o los juegos y se obligaba a sus asistentes a observar una obra de
teatro representada por artistas de pueblos vecinos, bajo pena de ser sustraída
la torta y los regalos del cumpleañero, quien además al final de la obra debía
analizar las interpretaciones y en base a sus dichos se le iban devolviendo los
regalos y bocaditos.
-
A los detenidos, se los obligaba a escuchar durante horas con
parlantes a todo volumen, en cárceles cerradas, canciones de Ricardo Arjona,
que está bien, poco y nada tiene que ver con expresión artística alguna, verdaderas sesiones de tortura, que avisaban
por radio y televisión que esa era uno de los castigos que recibirían los que
no aceptasen las nuevas directivas del Ministerio de cultura, por lo que el
rechazo cada vez fue menor..
-
En los clubes, antes de cada encuentro deportivo, aparte de
cantar el Himno Nacional Argentino, se obligaba a ejecutar arias de diferentes
autores.Para dicha interpretación correcta, durante los entrenamientos previos
al partido, el d.t. de cada equipo daba media hora diaria a los deportistas
para practicar las piezas musicales Cuya interpretación correcta o imprecisa,
sumaba goles o puntos al resultado final del encuentro deportivo, por lo que si
un equipo de fútbol ganaba uno a cero, y al comienzo del partido interpretaba
mal el aria, terminaba perdiendo, tres a uno.
-
A la gente que descansaba plácidamente en el balneario local
durante el verano, se le obligaba, al ingresar y a modo de pago, se debía
danzar alguna música clásica, de cuya demostración física, dependerían las
horas de permanencia en el balneario y el consumo de alimentos permitidos.
Hasta aquí algunas
decisiones que se impusieron para que la gente vuelva a gustar de las artes en
el pueblo... Lo que trajo diferentes resultados:
El principal fue, la sorpresiva
aceptación de la represión cultural por parte de algunos ciudadanos quienes
sobrevivieron a esta etapa.
Pasaron los años, y paulatinamente los
habitantes de otros pueblos supieron de las cualidades artísticas en Ferreira, y
se fueron acercando a esta población formando parte de la misma.
Por su parte los que habían emigrado durante la aplicación de
las políticas descritas anteriormente, fueron regresando, para transformarse en
dueños de teatros, cines, salas de
concierto, emisoras de radio, y el ciclo tuvo que reiniciarse... ....
Me encontraba en un lugar donde las cosas tenían un cartel con su nombre. En
un banco decía” Banco”, cada mesa tenía su placa con la palabra “Mesa”, los
animales tenían tatuados el tipo de raza y su apelativo... cada persona tenía
también impreso su nombre y datos sobre su estado sentimental, laboral y
económico.....al mirarme y ver que yo no llevaba cartel, con una birome negra
escribí en mi remera Roberto y signos de
preguntas de exclamación, pues al ser un sueño no sabía conscientemente
cuál era mi realidad en ese momento.
Un
habitante del lugar me mira asombrado y con algo de desprecio por mi aspecto,
ya que él tenía en letras lumínicas Yanick Jonathan Estébanez De La Cruz Pereyra,
y yo con birome sólo Roberto, me
responde que hace un tiempo en ese lugar había una o.n.g. llamada C.H.I.S.M.E.( Centro de higiene,
sanidad y moral no estatal) que se encargaba de vender con fotos y documentos
los datos de las personas del pueblo, lo que la hizo crecer rápidamente
económica y geográficamente por el deseo de conocer datos de los demás, y en su
deseo de seguir creciendo, la empresa exageraba algunos datos para hacerlos más
interesantes, lo que terminó por hacer intervenir al estado, quitarle la
habilitación comercial para evitar
conflictos violentos en el pueblo. Se redactó entonces el decreto que
establecía esta identificación en cada cosa y ser, para que, quien quisiera saber algo del otro,
simplemente lo leyera en la misma persona, y no acudir a terceros.La norma
también indicaba que al morir una persona, su nombre no se podía volver a usar,
“para desarrollar la creatividad” decía su texto, lo que hizo que mi amigo
tuviera el nombre que brillaba en su piel, —es más— me dice Yanick— lo que antes conocíamos como
milanesas, ahora se llama carne ensobrada sobre huevo agitado y astillas de pan.
En esta cuestión de cambiar constantemente las palabras, el uso de los
teléfonos celulares es de gran ayuda, lo que hace un tiempo se escribía por
carta diciendo que queríamos mucho a alguien, que la extrañábamos y que no
podríamos vivir sin ella y en la posdata agregábamos ¡volvé pronto!, ahora con
“el celu” solo ponemos “TKM”.. “..”¡¿No es genial?!”—luego de estas últimas
palabras, el miedo me despertó sobresaltado.
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